Renací un mes de abril Si algo define a Marga

Renací un mes de  abril

    Si algo define a Marga Grima es su individualidad dotada de una sorprendente fuerza que convierte todas las posibles violencias en una inalienable serenidad.

    Su originalidad se manifiesta en un vocabulario y en un estilo propio, que zarandean la pereza de nuestra mirada para conducirnos a un universo pictórico hecho a fuerza de deseos incontrolables que buscan signos que los identifiquen con el mundo.

   Trabaja con óleo, acuarela y acrílicos. Pero como dice, ser autodidacta le ofrece la libertad de experimentar constantemente en busca de nuevos colores. Utiliza pintura plástica blanca a la que alimenta con tonos básicos.  En sus nuevos trabajos integra la arena con toda su carga cromática y simbólica. Es su manera de rendir un hermoso homenaje a la luz del Mediterráneo.

  Hay algo de empatía entre la fuerza afectiva de Marga Grima y su creación. Pinta para vivir, reconstruyéndose en cada instante creativo. Sus cuadros están hechos desde la vieja conciencia de que el arte puede transmitir serenidad y que el posible egoísmo del artista no es más que una forma reconstruir el equilibrio del mundo que se rompe en cada instante: porque el instante es el acceso a todos los posibles.

   En los cuadros de esta mujer que reconoce perderse en la magia de la pintura, y que pintar en la actualidad constituye la única verdad viable de su tiempo y de su espacio, hay algo también que intenta silenciar largos caminos de soledad que desembocan en un despertar de los sentidos que lo buscan todo y que lo transforman todo en una irremediable danza de color y de sentido y, sobre todo, en una imparable reivindicación del derecho a ser feliz.